En un mundo donde las expectativas son las que guían las acciones humanas, que tu boda rompa con el molde. Empieza a pensar en ti y en tu pareja… ¡es su día y de nadie más!
No sabes cuántas veces me he metido en problemas por decir “la boda no es de los invitados”. Recuerdo que hace cinco años pronuncié esas palabras y de repente me encontré con un sinfín de comentarios que me aleccionaba con ideas como “la boda sí es para los invitados”, “hay que pensar en ellos”, “hay que generarles experiencias” y muchos “hay que” más. Aún con todas esas llamadas de atención, sigo repitiendo lo mismo y ahora más que nunca estoy convencida de que pensar ese “sí, acepto” en torno a las expectativas y aprobación de agentes externos es un error garrafal para la pareja. Si lo piensas de este modo, esta es la gran oportunidad que tienes para celebrar el amor y el nacimiento de una nueva familia, ¿en serio importa tanto lo que piensen de ti? Me imagino que no.
Las bodas han cambiado en muchos sentidos. El camino creativo se ha dispuesto como una bandeja de plata para que la pareja defina, en sus propios niveles estéticos, cómo desea concretar el resultado final visual de esa fiesta. La lluvia de fuentes de inspiración es infinita, como también lo son las posibilidades de generar ideas que jamás hubieras imaginado. ¡Lo tienes todo a tu alcance! Moda, arte, arquitectura, diseño, producción… parece que lo mejor de todos los mundos se unió en una ecuación perfecta con el único fin de que tú y tu pareja tengan todas las herramientas posibles a su alcance. ¿La meta? Construir una boda que sea suya y que, en consecuencia, sea disfrutada por los invitados. ¡No al revés!
Y es que, aunque muchas parejas viven convencidas con la idea de que el éxito de una boda depende de la inversión, la comida inagotable que hubo para los invitados, los recuerdos y los detalles personalizados para los asistentes, te puedo asegurar que este no es el camino que buscas seguir, mucho menos si realmente deseas un “sí, acepto” auténtico. Esa es la palabra: autenticidad, buscar que cada elemento tenga un propósito, pero siempre guiado por el eje conductor prioritario de toda boda: ensalzar la personalidad, esencia y características especiales de la pareja. El punto es que tú y tu pareja se vean de principio a fin, y no que tu boda sea solo un reflejo de lo que los invitados esperan. Pensar en las expectativas de los demás es sencillo, en serio, pero buscarle un POR QUÉ a tu boda es complicado, y ahí es donde se esconde el secreto de la perfección.
Si tú y tu pareja son autores de un día sin igual, piensen en su boda como un proyecto artístico que tiene su firma, su sello, sus reglas… SU TODO. No pienses en tu promesa de amor como una serie de condiciones para que los demás lo pasen bien, piensa en ese gran día como la oportunidad idónea para aprovechar todo aquello que a ti y a tu pareja los hace únicos. No busques popularidad en tu boda, sino unicidad. Sellos, acentos y detalles que reflejan todo aquello que ninguna otra pareja podría copiar de ustedes. Si lo encuentras, tus invitados disfrutarán de una boda perfecta… una boda hecha por ti, por tu pareja, por los dos. ¡Para ustedes!
Arriesga y empieza a pensar en el diseño de una boda bajo tus propias reglas.
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Melissa Lara
The Wedding Journalist